LA INSULINA Y SU PRIMERA PATENTE

El año pasado se cumplieron 100 años de un avance científico de una enorme relevancia, el descubrimento del papel de la insulina en la diabetes. Hay que tener en cuenta que, con anterioridad a esta invención aquellas personas que padecían diabetes (trastorno metabólico caracterizado por la presencia de elevadas concentraciones de glucosa en la sangre) poseían una esperanza de vida muy reducida.

No fue hasta 1910 que el científico Edward Albert Sharpey-Schafer propuso la hipótesis de que la diabetes tenía su origen en la deficiencia de un producto químico producido por el páncreas. Denominó a esta sustancia insulina, del latín “insula” (isla), en referencia a los islotes pancreáticos dónde se suponía que se producían.

Fueron los médicos canadienses Frederick Banting y Charles Best los que lograron aislar la insulina en 1921. Asimismo, demostraron su efecto sobre la concentración de glucosa en sangre revirtiendo la diabetes en perros a los que se les había extirpado el páncreas. En colaboración con James Collip y J.J.R MacLeod crearon un procedimiento para purificar la insulina obtenida de páncreas bovinos. Mediante su administración lograron salvar la vida de un niño. Banting y MacLeod obtuvieron en 1923 el premio nobel de medicina. Consideraron una injusticia que no se les hubiera concedido también a Best y Collip y compartieron con ellos el importe del premio.

Las noticias de este gran avance se extendieron rápidamente y para hacer frente a la demanda, los investigadores firmaron un acuerdo con la farmacéutica Eli Lilly para su producción industrial. Los investigadores decidieron presentar una solicitud de patente sobre el procedimiento de purificación de la insulina obtenida de páncreas de mamíferos o de peces. El número de la patente es el US1469994:

Los tres inventores cedieron sus derechos de patente a la Universidad de Toronto por la cantidad simbólica de 3 dólares. La Universidad de Toronto decidió no demandar a posibles infractores. El objetivo de la patente era describir el procedimiento de forma suficientemente clara y completa para que pudiera ser llevado a cabo por otros interesados. Se pretendía evitar así que los imitadores obtuvieran insulina de menor calidad. Este ejemplo ha sido esgrimido en estos años de pandemia por los críticos del sistema de patentes como ejemplo de lo que se podría haber hecho con las patentes sobre las vacunas contra el virus SARS-CoV-2 para facilitar el acceso a las mismas.

La primera insulina sintética se obtuvo a mediados de los 60 por varios laboratorios farmacéuticos de forma simultánea y en 1982 se comenzó a comercializar la primera insulina humana biosintética. Actualmente, la inmensa mayoría de la insulina que se utiliza es de este tipo. Su estructura molecular es idéntica a la de la insulina humana y se produce a partir de cultivos de bacterias (E.coli) y levaduras. También han aparecido los conocidos como “análogos de insulina”, con algunos de acción ultrarrápida que evitan las hipoglucemias graves y otros de acción prolongada para evitar la hipoglucemia nocturna.

En el archivo histórico de la Oficina Española de Patentes y Marcas (OEPM) la primera patente donde se hace referencia a la insulina data de 1928 y es el expediente P108091 de título “una jeringuilla para inyecciones de insulina” a nombre de Manuel Martínez Moreno, residente en Barcelona. Unos pocos años después de que se patentara en los Estados Unidos el primer procedimiento de purificación parece que ya era común la administración de insulina en España, de acuerdo a la descripción de esta patente española P108091, pues se hace referencia a que la insulina se suministraba en unas unidades de medida diferentes de las que habitualmente se utilizaban en las graduaciones que se empleaban en las jeringuillas entonces disponibles en España. La jeringuilla objeto de la patente tenía dos graduaciones: “una para utilizarse con las soluciones de insulina de la concentración de 40 unidades internacionales en 1 centímetro cúbico y otra para ser utilizada con las soluciones de insulina de concentración de 20 unidades internacionales por centímetro cúbico”.

La primera patente española donde se hace referencia a un procedimiento de preparación de la insulina es la de número de publicación ES0141402 A1, cuyos titulares son de nacionalidad danesa. Trataba de solucionar uno de los problemas que en esos años presentaban las insulinas que se comercializaban, y que era su falta de homogeneidad:

El año pasado, coincidiendo con los 100 años desde el aislamiento de la insulina, la OMS (Organización Mundial de la Salud) publicó un informe sobre el acceso a la insulina y la conclusión del mismo es que uno de cada dos personas diagnosticadas con esta enfermedad en el mundo no tiene acceso a la insulina o experimentan numerosas dificultades para lograrlo. Son varios motivos:

  • Se está produciendo una utilización cada vez mayor de insulinas sintéticas de precios elevados.
  • Tres compañías multinacionales controlan alrededor del 90% del mercado mundial de insulina, limitando la competencia.
  • La investigación está centrada en las necesidades de los países más ricos.
  • Dificultades logísticas y de infraestructura de los sistemas sanitarios.

En los Estados Unidos las dificultades de acceso a la insulina están relacionados con el elevado precio de la insulina. En este artículo de la clínica Mayo se señala como uno de los culpables de ese precio prohibitivo a la política de patentes conocida como “evergreening”, destinada a prolongar la protección otorgada mediante patentes. Continuamente se van desarrollando nuevas formulaciones, que se protegen mediante patente y son estas nuevas formulaciones las que se recetan, evitando o dificultando que se comercialicen genéricos o biosimilares.

El tratamiento de la diabetes tipo I (que suele aparecer en niños y adultos jóvenes y en la que el páncreas no produce insulina) implica la inyección periódica de insulina y ello ha dado lugar a numerosas invenciones relacionadas con esas inyecciones.

En 2016 la revista TIME seleccionó como una de las mejores invenciones de ese año a un invención de la empresa Medtronic, consistente en un aparato del tamaño de un reproductor de mp4 que mide continuamente los niveles de azúcar en sangre, evitando que el paciente tenga que hacerlo, e inyectando la insulina cuando es necesario. Esta tecnología es objeto de numerosos documentos de patentes como, por ejemplo, el de número US2016256629.

Figuras de US2016256629

La búsqueda de nuevas insulinas no ha cesado y los objetivos para los próximos años son:

  • Obtención de una insulina que pueda administrarse una vez a la semana.
  • Una insulina que pueda administrarse oralmente.
  • Insulinas que reaccionen rápidamente a variaciones en el nivel de glucosa en la sangre, evitando situaciones de hipoglucemia e hiperglucemia.

Leopoldo Belda Soriano

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